después de tantos años de pararme en el borde peligroso, ya no hay vértigo que a mi me valga. no es esto una suerte de gloria, ni un modo de andar regando lástima en las señoras, indignación en los señores, y vaya dios a saber qué otras cosas en la gente que me mira caminando malos pasos. fuí convidada una vez de esa suavidad que luego me quitaron violentamente. y casi que pierdo más que eso, casi que vuelvo a sentir el estómago comprimiendose y los ojos cerrarse. no creo que desde la confortable sensación de calor puedas entender cómo es romperse los dientes contra una vereda mugrienta, sangrar cuadras enteras, olvidarse del espacio-tiempo. no creo que esto pueda parecerte algo hermoso, pero es mi historia contada desde su ángulo ileso, es empezar a no mentirnos desde el vamos. y es lo único real que puedo darte, hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario