tu mamá y mi mamá hablan del frío y esas cosas
hablan
mientras que a mi me hace toser
el humo de las plantas.
decime qué puedo hacer para reconocerte entre toda esta niebla y cantidades de cosas que se nos caen encima, que te tapan la cara, la simpleza, y entonces decime en qué lugar, en qué banco de qué plaza dejaste de ser las zapatillas blancas sin cordones, el chico que toma jugo de la jarra. por dónde empiezo a caminar si alguien se comió las migas?
si venís a olerme los bolsillos te repito que los martes ya no queda nada de mí en ellos. en cambio, tengo unas ojeras que llegan al subsuelo, y un millón de grados bajo cero en el estómago. vos no necesitas del oleaje para cubrirme de sal y ahogarme. no necesitas tiritar, ni morirte de frío, para que yo abra mi cama y vuelva a recibirte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)